La psicoterapia en tiempos de guerra
El discurso de odio tras la llegada de los activistas mexicanos de la Global Sumud Flotilla nos hace reflexionar de la labor de la psicoterapia en tiempos de guerra para resignificar nuestras historias.
PSICOTERAPIACOMUNICACIÓNSOCIEDAD
Pepe Moss
10/17/20254 min read
El 8 de octubre, la delegación mexicana de la Global Sumud Flotilla llegó a la Ciudad de México después de su secuestro en aguas internacionales por militares de Israel; las y los activistas mexicanos Ernesto Ledesma Arronte, Arlín Medrano, Laura Alejandra Vélez Ruiz Gaitán, Carlos Pérez Osorio, Sol González Eguía y Diego Vázquez aseguran haber sufrido maltrato, vejaciones, privación de agua y medicamentos, sometimiento y violencia.
Tras su llegada y declaración de testimonios, la opinión de varios usuarios en redes sociales fue: “¿para qué van hasta allá y no a Sinaloa?”, “sólo se fueron a pasear”, “pura gente sin quehacer”, u opiniones más extremistas como “ya sabían a lo que iban”, “bien merecido lo tienen”, “ojalá los hubieran matado” ¿Cómo podemos analizar estas reacciones de algunas personas?
Las historias que nos contamos
La psicología narrativa entiende a la guerra como un tramado de relatos que organizan acciones, emociones e identidades; cada bando construye relatos con héroes, villanos, traiciones y sacrificios que dotan de sentido a la misma guerra.
Nuestras acciones como humanidad requieren de un sentido simbólico, nuestras motivaciones tienen un significado individual dentro de un espacio colectivo que le otorga un valor; la narrativa que se ve en medios de comunicación, discursos de políticos, activistas, influencers, intelectuales y publicaciones académicas, dan sentido al combate, motivan a la movilización, castigan lo que está fuera de orden, reconocen y validan lo que está “bien”, o desprestigian y devalúan lo que está “mal”.
El periodista polaco Ryszard Kapuściński, declaró en una entrevista, “La guerra es el fracaso del hombre. Muestra que la gente no puede encontrar un lenguaje de entendimiento y de comprensión. La guerra es la última fase del fracaso en la comunicación humana”.
La comprensión es esencial en la comunicación, mucho más importante que la expresión; sin comprensión la comunicación es sólo ruido. La comprensión se manifiesta en empatía, vinculación, apoyo, respeto, solidaridad, amistad y amor.
Por eso es importante cuestionar la narrativa que (mayormente) sólo se reproduce, decir que la guerra en Palestina no es nuestro problema, nos enajena y aleja de lo que sí es nuestro: la humanidad; o como dice la psicóloga Estrella Méndez: “el mal de la humanidad es mi mal y es un reflejo de lo que soy. Y si no somos responsables, y no actuamos y tomamos una postura firme frente a lo que está pasando entonces se cae en el discurso hedonista, individualista, desde el privilegio”.
¿Quién nos cuenta la guerra?
Estas historias de "valentía" y "heroísmo" que envuelven la guerra y la cultura bélica, responde a una narrativa patriarcal, entendiendo al patriarcado como “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia” (Gerla Lerner, 1986). Además, dentro del capitalismo, la guerra es una “maquinaria económica”, que reproduce, desarrolla y acumula recursos materiales, económicos, territoriales, culturales y tecnológicos.
La guerra responde a un mandato masculino de superioridad, poder y conquista dentro de un sistema económico y cultural que valoriza el placer, la individualización y la dominación; en pocas palabras, la guerra es pelear para ver quién la tiene más grande. El capitalismo y el patriarcado atraviesan nuestra forma de pensar y sentir el mundo, actuar y relacionarnos, a tal punto que hemos normalizado la guerra, competencia, apropiación y violencia que vivimos día con día.
La Global Sumud Flotilla es una reacción de la vida comunitaria ante el sufrimiento de los demás y la sociedad individualista que vanagloria el hedonismo – el placer por el placer–. Siempre va a mirar mal y devaluar a quien se preocupa por el mal que viven los demás; he ahí la importancia de cuestionar las historias que hemos aceptado como nuestras, historias que se han convertido en mandatos, leyes o normas.
En una charla organizada por la Revista Crisis, la antropóloga, Rita Segato, declaró que la forma para erradicar la violencia es “desmontando el mandato de masculinidad, ¿cómo es demostrar macheza? Es capacidad de violencia, callo frente al dolor, insensibilidad del otro. La defensa del estatus masculino por parte de los hombres, ¡es importante desmontar el mandato de masculinidad que obliga a los hombres a perder la vida para no ser llamados “poco hombres””.
La labor de la psicoterapia
El filósofo y sociólogo frances Émile Durkheim, definió como consciencia colectiva al conjunto de creencias, ideas, actitudes morales y conocimientos compartidos por los miembros de una sociedad, que actúan como una fuerza unificadora y suelen predominar sobre la conciencia individual.
La psicología social aprovechó este concepto como respuesta a la visión individualista de la psicología clínica; si bien, el proceso terapéutico es individual, responsabilizante y sanador, también tiene que ser cuestionador a estructuras, hábitos y normativas. La psicoterapeuta Estrella Méndez sugiere que, “el terapeuta debe tomar una postura frente a la injusticia social que permita generar indignación, empatía con el sufrimiento del Otro, porque ver cómo sufre el Otro y ser ajeno es un problema de la salud mental”.
La psicoterapia tiene que ser un espacio de reflexión y cuestionamiento a partir de una postura hacia los conflictos sociales, de lo contrario, sólo es adiestramiento. El psicoterapeuta tiene la labor de concientizar que el bienestar individual no es posible si sabemos que hay otras personas sufriendo, por ello la psicoterapia en un marco de guerra y conflictos bélicos tiene que valerse de todos sus saberes clínicos para cuestionar y resignificar esa consciencia colectiva que nos hace reaccionar con comentarios violentos, como los que vimos en redes sociales tras la llegada de Global Sumud Flotilla, de la cual en Andar Comunidad nos sentimos muy orgullosos y contentos que hayan vuelto.






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