Salud mental: una brújula en tiempos cambiantes

La Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó el 10 de octubre como el Día Mundial de la Salud Mental y la define como un estado que permite afrontar el estrés, desarrollar capacidades y aportar a la comunidad.

EFEMÉRIDESNEUROSIS

Andar Comunidad

10/10/20253 min read

the united nations emblem is on display in front of a window
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó el 10 de octubre como el Día Mundial de la Salud Mental y la define como un estado que permite afrontar el estrés, desarrollar capacidades y aportar a la comunidad. Dicho de otra forma, es ese lugar interno donde puedes sentir, equivocarte, caer y volver a empezar.

Este año el foco está en el apoyo psicosocial en crisis como catástrofes, conflictos y emergencias. Aunque (aparentemente) ocurran lejos, nos llegan por todas partes y alteran la calma; también pesan los sucesos inesperados o el cansancio acumulado que se nota en la nuca después de un día difícil.

En Andar Comunidad queremos ofrecer algunas acciones claves de salud mental, la idea no es sumar obligaciones, sino ofrecer opciones que puedas elegir.

1. Reconoce tus emociones y nombrarlas.

Antes de actuar, ponle nombre a lo que sientes: tristeza, rabia, agotamiento, incertidumbre. Una etiqueta clara reduce el ruido y te permite elegir la respuesta, no solo reaccionar. Pregunta breve: ¿qué emoción domina hoy y dónde la sientes en el cuerpo?

  • Detente 30 segundos y di en voz baja lo que sientes.

  • Si cambió a mitad del día, actualiza el nombre.

2. Cultiva tu red de cuidadores

Apoyo psicosocial también es esa persona con quien puedes hablar sin censura. Cuando permites que te aprecien tal cual eres, aparece la contención; a veces basta con ser escuchado durante diez minutos en una banca del parque. No tienes que resolverlo todo en esa conversación.

  • Haz tu lista de las cinco personas con quienes hablarías de lo que más te pesa. Si no llegas a cinco, piensa a quién podrías incluir y cultiva esa amistad.

  • Escríbeles cuando estés bien, no solo en crisis.

3. Crea anclajes diarios

Las emergencias, externas o internas, rompen la sensación de control. Los anclajes son rituales breves que te devuelven al presente, como una respiración lenta de cinco minutos antes de dormir. Camina, haz ejercicio, dibuja, canta, lo importante es la repetición, no la perfección.

  • Elige una hora fija y una acción pequeña.

  • Regístralo con una marca en el calendario.



4. Practica límites conscientes

Las demandas se acumulan: trabajo, estudio, redes, expectativas. Decir “hoy no” o “necesito espacio” cuida tu energía y evita pagar con irritación más tarde. Un límite claro hoy, previene tres disculpas mañana.

  • Define una hora tope para mensajes y respétala.

  • Pon en silencio las notificaciones en bloques de 25 minutos.

5. Cuida tus fuentes de información

La sobrecarga informativa dispara la ansiedad. Decide cuándo, cuánto y desde dónde te informas. Por ejemplo, una revisión de noticias dos veces al día y solo en medios verificados. Recuerda que repetir un rumor no lo vuelve cierto.

  • Usa listas de lectura confiables y desactiva alertas no esenciales.

  • Si una noticia te activa, contrasta y verifica fuentes, antes de compartir.

6. Vuelve el propósito, una acción pequeña

No necesitas cambiar el mundo para sentir propósito, un gesto concreto basta, como llevar comida a una vecina que atraviesa un duelo; eso refuerza la sensación de comunidad.

  • Piensa en una causa cercana y define una acción de 15 minutos.

  • Ponle fecha esta semana.

7. Entrena la resiliencia con perspectiva

Muchas dificultades empiezan mucho antes de que las identifiquemos. Los entornos en los que nos movemos importan, por eso conviene cultivar espacios sanos en casa, escuela y trabajo. Una crisis es una estación, un momento pasajero, no todo el viaje; el recuerdo de la última vez que saliste adelante ayuda a mirar el siguiente reto, con más recursos.

  • Escribe tres cosas que ya superaste y cómo lo hiciste.

  • Guarda esa nota para cuando el ánimo baje.

Cuidar la salud mental no es solo tarea de gobiernos e instituciones, también es una práctica cotidiana. Reconocer emociones, activar tu red de apoyo, poner límites, filtrar información y mover el propósito a lo concreto son herramientas que tienes disponibles.

Este no es un camino sin tropiezos, habrá días en que sientas que retrocedes; aún así cuenta mirar lo avanzado, reconocer a quienes te sostuvieron y darte crédito por seguir. Vamos a andar en comunidad, cuidémonos entre todas las personas.